martes, 26 de febrero de 2008

Ciento treinta miedos

De una noche fría que queda poco,
inmajestuosa, sórbida, oriunda.
Una aventura craneal, moribunda.
Obsoleta de circunstancias.
A esta madriguera de deseos,
en vísperas de un año nuevo
que los hace mas viejos,
pero no menos punzantes.
En este lapso de tiempo,
se crió este desconsuelo
de entender que el pasado
está muy lejos.
Y que no habrá ya paz
en esta tierra craneal.
Obsoleta de circunstancias,
imposibilitada de prosperar,
como el verso que naufraga
en lo cotidiano o en lo eterno.
Aquí se teje poco más que desilusión,
y se desteje mi propia Penélope.
De una noche envenenada,
demolida o de picada,
ciento treinta miedos siento.
Puñaladas premeditadas.
Y todo esto nada sería,
y nada me sería menos todo,
si no fuera que esta noche fría,
se casa mi enamorada
de la infancia.

No hay comentarios: